viernes, 21 de septiembre de 2012

Scorpions: Los seguiremos amando

La vida suele dar segundas oportunidades, y es precisamente bajo esta consigna que los alemanes de Scorpions decidieron extender su gira de despedida, abriendo la posibilidad de que los fanáticos en Chile que se perdieron su show de 2010 puedan ser testigos privilegiados de la que seguramente será la última presentación en nuestro país de una de las bandas insignes del hard rock a nivel mundial. Resulta conveniente recordar que a principios de 2010 el quinteto anunció la disolución de la agrupación tras más de cuatro décadas de trayectoria y diecisiete álbumes de estudio, los que vendieron la no despreciable suma de 160 millones de discos en todo el mundo, consagrándose como una de las bandas de rock más importantes de la historia.   


Coincidentemente, hace exactos dos años, el Movistar Arena albergaba lo que a todas luces se presentaba como la despedida de Scorpions de los escenarios nacionales, sin embargo, el cariño del público y la resignación de la banda por abandonar las pistas, los motivaron a realizar una segunda parte de la gira que marcará el punto final de su carrera (Final Sting World Tour). El recinto y los protagonistas son los mismos que en 2010, y probablemente varios de los miles de fanáticos que empiezan a tomar ubicación en el Arena se están repitiendo el plato. Un público mixto, varias generaciones unidas en un evento que se presume memorable, y donde destaca la gran cantidad de seguidores jóvenes, quienes probablemente ni siquiera habían nacido cuando Scorpions tuvo su etapa más exitosa. De a poco se empieza a configurar el marco perfecto para el último show de los poseedores de algunas de las baladas rock más significativas de la historia.

En el escenario destacan tres pantallas gigantes, la batería doble bombo de James Kottak y una pasarela frontal que se introduce en la cancha. Ya sobre la hora se produce una evidente discordancia entre la convocatoria de la cancha vip versus el resto de los sectores, mientras las plateas (alta y baja), y la cancha general se encuentran con escasas ubicaciones disponibles, el sector preferencial se presenta muy por debajo de la mitad de su capacidad. Bastan tan solo diez minutos de retraso para que el respetable comience a perder la paciencia y los silbidos de reprobación no se hacen esperar, los cuales solo se acallan a las 21:25 hrs. cuando se apagan las luces en el Movistar Arena, anunciando el comienzo del show. 


Las primeras imágenes que se despliegan en pantalla corresponden al mítico US Festival de 1983, que se llevó a cabo en San Bernardino, California. “Sting In The Tail”, uno de sus más recientes éxitos, es el encargado de abrir la presentación, no logrando motivar a los fanáticos, contando solo con el apoyo de algunas escasas voces que acompañan la canción. De la mano de “Make It Real” se comienzan a evidenciar los primeros problemas técnicos, en donde la voz de Meine no logra resaltar por sobre los instrumentos, haciendo que sea poco nítida y que se escuche débil. El show sigue sin levantar vuelo, y el frontman así lo percibe, que con un potente “¡Buenas noches Santiago!” busca sacar al público de su momentáneo letargo. Durante los coros de “Is There Anybody There?” los asistentes ya se empiezan a notar más participativos, apoyando con sus manos en alto y tratando de seguir la letra del estribillo. Toda la potencia e intensidad de “The Zoo” marca un importante punto de inflexión, llenando el recinto de fuerza y energía, en base a su clásico sonido hard rock, y las excelentes secuencias de Rudolf Schenker y Paweł Mąciwoda que se lucen en la pasarela. Matthias Jabs no se queda atrás, y no solo despliega su indiscutida habilidad con la guitarra, sino que también maneja a la perfección el talk box. Para la instrumental “Coast To Coast” el vocalista aporta con una tercera guitarra y en una perfecta postal los cuatro músicos tocan alrededor del baterista.

A pesar de todo el vigor que imprime “Loving You Sunday Morning” el público a ratos vuelve a caer presa del sopor. Meine realiza una pequeña presentación de la gira, marcando la introducción a la primera canción lenta de la jornada, la delicada “The Best Is Yet To Come”, en donde la voz por primera vez en la noche se escucha mucho más fuerte que el resto de los instrumentos, y recibiendo la aprobación de los asistentes, mediante la interpretación de los coros y el acompañamiento con las palmas. Para “Send Me An Angel” el protagonismo lo asume totalmente el sonido de las guitarras electro acústicas y su bella melodía que a estas alturas se ha convertido en un verdadero clásico. Los aplausos y la ovación caen desde todas partes del recinto, llenado el ambiente de emotividad y sensibilidad. El inicio de “Holiday” mantiene la tendencia a los sonidos más tranquilos y relajados, y los problemas técnicos que se mostraron en un comienzo, ya son parte de la historia. Una bandera chilena cae al escenario, que el vocalista utiliza como una improvisada capa. La pregunta “Are you ready to rock?” marca el inicio de “Raised On Rock”, otro de los temas de su último álbum de estudio, y que a pesar de lo duro de sus sonidos no logra encender a los fanáticos.


Promediando la mitad del show, no cabe duda que los veteranos de Scorpions todavía tienen combustible de sobra para seguir rockeando por un par de años más, no escatimando en energía para moverse por todo el escenario. Toda esta entrega incondicional se hace más que notoria en “Tease Me Please Me”, en donde el sonido de la batería y las guitarras amenaza con echar abajo el Movistar Arena. Mientras tanto, Meine regala baquetas al público para motivarlos a participar del show. En una rápida transición comienza a sonar “Hit Between The Eyes”, que destaca por su aceleración, pero que no termina por convencer. Tal como ha sido la tónica durante toda la gira, llega el turno del lucimiento personal del baterista James Kottak, que realiza una brillante demostración de manejo de la percusión y que también denota buenos atributos en el dominio de masas, generando una entretenida dinámica de participación y competencia entre los asistentes, para ver quien apoyaba con más intensidad. El punto culmine llega cuando muestra la parte trasera de su polera, en donde resalta el texto: “Rock & Roll Forever”, frase que también lleva tatuada en la espalda. Con toda esta adrenalina la mesa queda servida para que “Blackout” despliegue lo arrollador de su sonido.

Llega el turno de dos inyecciones de puro rock: “Six String Sting” y “Big City Night”, que aportan con una potencia que pareciese no tener límites y que permite al público estar en una mayor sincronía con la banda. Rudolf reemplaza el pañuelo que había llevado por todo el concierto, por un estiloso gorro de vaquero. El quinteto se despide de sus fanáticos, regalando uñetas y baquetas, recibiendo como respuesta el clásico: “Olé, olé, olé, olé, Scorpions, Scorpions…”, retirándose del escenario en medio de aplausos y una cerrada ovación. Al cabo de unos minutos, y ante la insistencia de todo el recinto, los alemanes regresan para interpretar una de las baladas rock imprescindibles en la discoteca de cualquier melómano. Con los primero acordes de “Still Loving You” se desata la locura en el Arena, con miles de voces cantando al unísono cada una de las líneas de la canción, fundamentando así uno de los puntos más altos de la jornada.

Como si toda esta energía no fuese suficiente, llega el turno de “Wind Of Change”, un verdadero encuentro con la historia, y con uno de los temas más significativos de fines de los ochentas. Un himno de esperanza, en donde cada uno de los asistentes aporta con su gota de emotividad, creando una atmósfera inexplicable, que se ve adornada a la perfección por el característico silbido de Meine. Las revoluciones se mantienen en alto con “No One Like You” y los aplausos caen como una avalancha. El cierre no podría ser de mejor manera, toda la potencia de las primeras notas bastan para darse cuenta que llegó el turno de “Rock You Like A Hurricane”, y la respuesta del público no se hace esperar, interpretando cada una de las líneas, sin bajar en ningún momento la intensidad. Los aplausos y silbidos llenan cada rincón del lugar, el vocalista dedica algunas últimas palabras a los fanáticos antes de dar por terminado el show: “Chile, we love you!”. La banda realiza una sentida reverencia y se pierden tras bastidores.

Independiente que en las primeras canciones hayan existido algunos problemas con el sonido, en líneas generales se presenció un show de excelente nivel artístico, fundamentado en grandes clásicos del rock que nunca pasarán de moda, e interpretados perfectamente por una banda incombustible, que a pesar de lo extensa de su trayectoria se nota que lo siguen pasando igual de bien en el escenario. A mi parecer, el punto negativo del show, lo marca la poca presencia de fanáticos en el sector vip, ya que una agrupación del nivel de Scorpions se merecía un marco de público más acorde a su leyenda, quizás la solución pasaba simplemente por bajar el precio de los tickets o reducir las dimensiones destinadas a esta ubicación.

Honestamente, a pesar que todos los medios de comunicación se han encargado de recalcar que esta si será la última presentación de los alemanes en nuestras fronteras, no me molestaría estar siendo engañado y que dentro de un par de años estemos hablando de una gira de reencuentro de Scorpions. No sería la primera vez que unos rockstars se dan cuenta que no pueden vivir sin hacer lo que más les apasiona: ¡rockear como un huracán!.

Setlist

1. Sting In The Tail
2. Make It Real
3. Is There Anybody There?
4. The Zoo
5. Coast To Coast
6. Loving You Sunday Morning
7. The Best Is Yet To Come
8. Send Me An Angel
9. Holiday
10. Raised On Rock
11. Tease Me Please Me
12. Hit Between The Eyes
13. Kottak Attack
14. Blackout
15. Six String Sting
16. Big City Night
17. Still Loving You
18. Wind Of Change
19. No One Like You
20. Rock You Like A Hurricane

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Scorpions: Siguen sonando como un huracán

El próximo 14 de Septiembre, en el marco de la gira “Final Sting World Tour”, el Movistar Arena será testigo de lo que se supone es la última presentación de los alemanes de Scorpions en tierras nacionales. Esta visita corresponde a la segunda parte de su gira de despedida que ya los trajo a Chile en 2010 y en donde repasarán los grandes éxitos de sus más de 40 años de trayectoria. Resulta imposible abstraerse del inminente fin de una de las bandas más reconocidas y respetadas de la escena musical a nivel mundial, con un estilo único que reinventó el concepto de hard rock, en base a una increíble batería de éxitos, que incluyen algunas de las mejores power ballad de la historia.

Queremos ser recordados corriendo en el escenario, en buena forma y reflejando que estamos en excelente comunión con nuestros fans. Lo triste sería seguir en un escenario con nuestras capacidades disminuidas
(Matthias Jabs, guitarrista de Scorpions)


No cabe duda que ver a Scorpions en vivo es una experiencia imperdible, y si no se ha tenido la oportunidad de presenciar a los alemanes en alguna de sus anteriores tres visitas, es el momento preciso para saldar esta deuda pendiente con la historia. Preparándonos para vivir este memorable último show, los dejo con un par de anécdotas de Scorpions que nos acerca un poco más a su increíble legado.

Cuando Scorpions se quedó sin voz

En 1981, durante la grabación de los demos para el álbum “Blackout”, Klaus Meine comenzó a evidenciar serios problemas en sus cuerdas vocales, no llegando a los tonos más altos y teniendo muchas dificultades para mantener su registro. Durante una sesión de grabación en Francia, el vocalista se quedó sin voz y fue a parar a la clínica, en donde el diagnostico del doctor fue lapidario, había desarrollado nodos y un pólipo en sus cuerdas vocales y sería imposible que volviese a cantar. Con estos antecedentes la banda se vio obligada a cancelar algunas fechas que ya estaban agendadas y detener la grabación del nuevo disco.

Me sentía realmente mal, porque mi estado físico ponía al grupo fuera de
servicio, estaba muy asustado, ya que pensaba que jamás volvería a cantar”.
(Klaus Meine)

El vocalista se reunió con la banda y les explicó que sería muy difícil que recuperase su voz, por lo que consideraba prudente que buscaran otro cantante. Sus compañeros, liderados por su buen amigo Rudolf Schenker, decidieron esperarlo hasta que se recuperara totalmente e inclusive barajaron la posibilidad de disolverse si Meine no podía continuar. Para no paralizar por completo el proceso de creación del álbum, decidieron contactar al cantante Don Dokken para completar los demos que se estaban grabando.


Motivado por el respaldo de la banda, Meine decide visitar a un doctor en Viena, que se especializaba en tratar a cantantes de ópera, quien le dijo que existía una posibilidad de recuperar su voz, pero que tendría que ser operado y posteriormente seguir un delicado proceso de recuperación. El vocalista tuvo que ingresar en dos ocasiones al quirófano, y pasar varias semanas sin articular ninguna palabra, además de someterse a sesiones de masajes en la garganta (los que por recomendación médica mantiene hasta la actualidad). El sacrificio valió la pena, ya que Meine recuperó su voz e inclusive amplió su rango vocal, volviendo al estudio en 1982 para dar vida al octavo álbum de estudio de Scorpions, “Blackout”, el que obtuvo disco de platino en EEUU y el reconocimiento como el mejor disco hard rock del año. El material grabado por Don Dokken se utilizó en las segundas voces de la placa.

La polémica como estandarte

Una de las características que han marcado la trayectoria de Scorpions son las constantes polémicas en que se han visto envueltas las carátulas de sus álbumes. Una tendencia que lejos de afectar su popularidad, les ha servido como trampolín para situar sus discos entre los más solicitados por miles de curiosos fanáticos que no soportan la tentación de adueñarse de un material que ha sido etiquetado como “prohibido”. El primer disco en ser objeto de críticas fue “In Trance” (1975) por mostrar en su carátula una modelo con una guitarra eléctrica exhibiendo uno de sus senos. En las ediciones posteriores la fotografía fue oscurecida para evitar ser censurada.

La idea fue del sello discográfico, pero no nos opusimos. Eso sí, la culpa fue de nosotros. Estas portadas fueron probablemente la cosa más vergonzosa en las que he participado”.
(Uli Jon Roth, ex integrante de Scorpions)

“Virgin Killer” (1976), el cuarto álbum de estudio de los alemanes, es sin duda el disco más polémico de toda su trayectoria, fue duramente criticado por mostrar en su portada la foto de una niña desnuda, donde se simulaba el efecto de un cristal roto en su zona genital. La carátula fue censurada en varios países y tuvo que ser reemplazada por la imagen de los miembros de la banda. Klaus Meine, vocalista de Scorpions, argumento que todo se había tratado de una estrategia comercial ideada por la casa discográfica. La portada del álbum “Taken By Force” (1977), fue considerada como bélica por el público más conservador, esto debido a la fotografía de dos niños jugando con armas en un cementerio militar francés. La solución nuevamente fue reemplazar el arte por una imagen de la banda sobre un fondo oscuro.


La carátula de “Love Drive” (1979), a pesar de tener un sentido más lúdico no se escapo de las críticas. Su portada correspondía a un dibujo (muy similar a una fotografía) que mostraba a un hombre y una mujer en el asiento trasero de un auto, en donde el seno de la muchacha parecía estar derritiéndose en las manos de su acompañante. La Revista Playboy la eligió como la mejor portada de disco de 1979, y a pesar de venir cubierta en papel de todas maneras fue censurada, siendo reemplazada por el dibujo de un escorpión azul. Pasaron cinco años y la polémica volvió a hacerse presente con el álbum “Love At First Sting” (1984), en donde se criticó el alto contenido erótico de la fotografía que mostraba a un hombre, abrazando y tatuando el muslo de una mujer que dejaba ver parte de su seno izquierdo. A petición de la cadena Wal-Mart, la carátula fue reemplazada por una fotografía de los integrantes de Scorpions sobre un fondo blanco.

“Pure Instinct” (1996) trajo de vuelta la polémica, al presentar en su carátula varias personas desnudas dentro de una jaula (incluyendo niños) que eran observadas desde fuera por animales, simulando el concepto inverso de un zoológico. La portada fue censurada en EEUU y tuvo que ser reemplazada por una fotografía de los cuatro integrantes que a esa fecha estaban en la banda.

Megadeth: Una banda que no se extingue

Un día como hoy, hace exactamente 17 años, Megadeth se presentaba por primera vez en el Teatro Caupolicán (antes Monumental), como parte de la primera jornada del Festival Monster Of Rock 1995. Esa fue su segunda visita a tierras nacionales y el comienzo de un estrecho lazo que durante los años siguientes los harían volver en otras cinco ocasiones a nuestro país, confirmando la predilección de Mustaine y compañía por Chile, considerándolo una de las plazas predilectas para descargar lo mejor de su thrash metal.

Tuvo que pasar mucho tiempo para que el recinto de San Diego volviese a albergar toda la potencia de Megadeth, y la ocasión no podría ser más especial, la celebración de las dos décadas de vida del álbum “Countdown To Extinction” (1992), el que para muchos es el mejor disco en la carrera de la banda, ostentando un doble disco de platino que así lo ratifica. Cuando se conoció la noticia de la visita de los estadounidenses la respuesta de los fanáticos no se hizo esperar, agotando rápidamente cada una de las más de 5.000 locaciones disponibles y presionando a la organización para agendar una segunda fecha. A medida que se acerca la hora del show, el desfile de poleras negras comienza a repletar cada uno de los rincones del teatro y cuesta trabajo no estremecerse por toda la energía que se percibe en el ambiente, creando una atmósfera que augura una jornada inolvidable.


Todavía falta más de media hora para el inicio del concierto y el Caupolicán ya supera fácilmente el 90% de su capacidad, a medida que pasan los minutos crece la ansiedad entre los asistentes, los gritos y canticos caen desde todos los sectores del teatro, como una ráfaga de energía y desahogo. El escenario se encuentra adornado por tres pantallas, una principal y dos laterales, y es precisamente la más grande la que se enciende para mostrar durante escasos diez segundos la preparación de Mustaine tras bastidores, causando el delirio de todos los fanáticos. Como ya es costumbre en este tipo de eventos, los más osados empiezan a saltar desde tribuna hacía cancha, contando con la complicidad de los improvisados receptores. Son pasadas las 21:00 hrs. y se vuelve a encender la pantalla para ofrecer el recorrido de la banda hacía el escenario, las luces se apagan, una señal inequívoca de que el show va a comenzar.

Los primeros acordes de la batería de Shawn Drover marcan el comienzo de la fiesta, salen a escena David Ellefson y Chris Broderick, para posteriormente dar paso al protagonista excluyente de la velada, el legendario Dave Mustaine. Suena “Trust” y el público de inmediato entra en sincronía, interpretando cada una de las líneas de la canción y disfrutando la potencia de las guitarras que como una avalancha llena cada espacio del recinto. Las pantallas comienzan a proyectar el video de “Hangar 18” mientras los fanáticos no dejan de saltar y derrochar energía, estableciendo una perfecta comunicación con la banda. El nombre de “Megadeth” resuena desde todos los sectores, y la cancha estalla cuando comienza a sonar “She-Wolf”, haciéndose presente el moshing que deja a más de algún damnificado. Una precisa ejecución de Broderick marca la introducción de “A Tout Le Monde”, sin lugar a dudas uno de los puntos más álgidos de la noche, todos los asistentes acompañan con las palmas y por primera vez se puede distinguir nítidamente la voz de Mustaine. Las revoluciones bajan levemente de la mano de “Whose Life (Is It Anyways?)”, donde a pesar de proyectarse el video con la letra de la canción, no recibe el acompañamiento esperado. “good evening” son las primeras palabras del vocalista, las que son premiadas de inmediato con canticos y aplausos, que a su vez son respondidos con una reverencia y un beso por parte de Mustaine. El escenario se vuelve a llenar de potencia con “Public Enemy No. 1”, sin dar tregua al descanso, muy por el contrario, inyectando cada vez más dosis de intensidad. Llega a las manos del vocalista una bandera chilena, que muy gentilmente despliega para posteriormente amarrar en el pedestal del micrófono.


Llega el turno del invitado de honor, el álbum “Countdown To Extinction”, el frontman elige a dos pequeños niños desde el público y se los lleva al centro del escenario, intenta entablar una conversación, pero solo obtiene sus nombres: Ignacio y Daniel. Mustaine se ve sonriente y les obsequia un par de uñetas (recuerdo que muchos fanáticos habrían matado por poseer). Los aplausos bajan desde todas partes, y Dave se deja querer, sabe muy bien todo el cariño que le profesa el pueblo chileno. La energía y fuerza de “Skin O’ My Teeth” abre el recorrido a través del disco, y lo sigue uno de los grandes himnos del metal, “Symphony Of Destruction”, que como era de esperar hace estallar el Caupolicán con el clásico grito: “Megadeth, Aguante Megadeth”. El sonido de una metralleta marca el comienzo de “Architecture Of Aggression”, en donde brillan las hermosas secuencias de guitarras y el apoyo incondicional de los fanáticos. Mustaine comenta que estuvo conversando con Shawn Drover, y que concluyeron que a pesar de haber viajado por todo el mundo, Chile es su país favorito, una evidente estrategia comunicacional que a pesar de pecar de evidente, consigue muy buenos dividendos. En media de una verdadera locura colectiva transcurren los éxitos “Forecluse Of A Dream” y “Sweating Bullets”, donde el público se muestra 100% conectado con la banda. La potencia se incrementa en base a la melodía de “This Was My Life”, y el canto de todo el teatro se une en una única voz.

A Mustaine le llama la atención una gran bandera que se despliega en el centro de la cancha y hace gestos para que se la hagan llegar. Después de un tormentoso trayecto no llega en las mejores condiciones hasta sus manos, sin embargo, con mucho cuidado la dobla y la abraza fuertemente, dando una verdadera cátedra de cómo ganarse la admiración de todo un pueblo. El público premia esta acción con el típico silbido que acompaña las cuecas, y con su respectivo zapateo. El repaso de su quinto álbum de estudio continúa con “Countdown To Extinction” y toda la velocidad de “High Speed Dirt”, que genera uno de los mosh pit más grande que haya albergado el recinto de San Diego. Si alguien pensaba que ya no quedaba energía para seguir saltando, “Psychotron” demuestra lo contrario, teniendo un pequeño respiro de la mano de los sonidos más delicados de “Captive Honour”. Recordando que el próximo miércoles, el veterano guitarrista estará celebrando sus 51 años, el público del Caupolicán le canta el cumpleaños feliz (tanto en español, como en inglés). “Ashes In Your Mouth” cierra el recorrido por la placa, y la banda se retira en medio de una ovación generalizada.


El bajista David Ellefson retorna al escenario, y con un sólido “Hola Santiago” da inicio a la interpretación de “Peace Sells”, que sobresale por su sorprendente despliegue de potencia e intensidad, además de una breve aparición de Vic Rattlehead, mascota de Megadeth, vestido de militar. Ya llegando al final del show, se produce uno de los momentos más emotivos de la jornada, cuando Mustaine dedica algunas palabras para recordar al recientemente fallecido James Charles “Jim” Marshall, fundador de la empresa Marshall Amplification, organización que este año celebra su 50avo aniversario produciendo los mejores amplificadores del mundo. Dave utiliza una cámara ubicada a los pies del escenario para mandar un afectuoso saludo, recordando que los chilenos somos la mejor audiencia del mundo. El tema encargado de cerrar esta memorable presentación es “Holy Wars… The Punishment Due”, que al igual que todo el repertorio expele energía por cada uno de sus acordes. Los integrantes de la banda abandonan sus instrumentos, regalan sus uñetas y muñequeras, se despiden de sus incondicionales fanáticos y se pierden tras el escenario, en medio de un torrente de aplausos.


En lo que respecta al repertorio del show no hubo sorpresas, repitiendo el mismo setlist que desarrollaron en Bogotá y Sao Paulo, el pasado 02 y 05 de Septiembre respectivamente, donde además de interpretar íntegramente el álbum Countdown To Extinction” se apoyaron en otros grandes éxitos de su catálogo. En lo musical, no vamos a descubrir hoy que Dave Mustaine ya no tiene la misma potencia en su voz que en antaño, pero eso no importa mucho cuando tienes a miles de fanáticos que te acompañan con las voces en cada una de tus canciones, además del sonido nítido de la batería y las cuerdas, que retumban con una potencia arrolladora. Los asistentes al Teatro Caupolicán pueden estar tranquilos, porque nuevamente fueron testigos de una verdadera cátedra de thrash metal. Es de esperar que Megadeth nos siga visitando, porque cuesta trabajo encontrar bandas que a pesar del camino recorrido, no estén dispuestas a tranzar con su propuesta.

Setlist

1. Trust
2. Hangar 18
3. She-Wolf
4. A Tout Le Monde
5. Whose Life (Is It Anyways?)
6. Public Enemy No. 1
7. Skin O’ My Teeth
8. Symphony Of Destruction
9. Architecture Of Aggression
10. Forecluse Of A Dream
11. Sweating Bullets
12. This Was My Life
13. Countdown To Extinction
14. High Speed Dirt
15. Psychotron
16. Captive Honour
17. Ashes In Your Mouth
18. Peace Sells
19. Holy Wars… The Punishment Due